Tienes que dejar ir a quien nunca hizo nada para quedarse


Tienes que dejar ir a quien nunca hizo nada para quedarse,hay que dejar ir a quien jamás hizo nada para quedarse, a esta gente de sentimientos lacónicos que solamente nos ilusionaron con palabras, no obstante que la final fueron una mera perdida de tiempo. Sin embargo, en oportunidad de verlo como el fin de nuestras existencias, debemos percibirlo como algo diferente, el comienzo de una nueva historia, el principio de algo nuevo en nuestras vidas.

Tienes que dejar ir a quien nunca hizo nada para quedarse






Deja¿Cuántas veces no nos hemos visto en la necesidad de tener que cerrar ciertas etapas de nuestras vidas?, a eso se le conoce como: “cerrar círculos”.
Pero, la noción de tener que cerrar un circulo, da la sensación de estar encerrado en algo. Nos hace pensar que se trata de algo que nunca acaba, que nunca termina, que solo es un círculo vicioso. Es por eso que en vez de ver círculos, en donde nos lo hay, debemos comprender que la vida, es lineal.

Que debemos avanzar en línea recta y no volver a pisar el mismo lugar del que intentamos salir. La vida no puede ser un círculo constante de cerrar los mismos círculos, para volver a recorrerlos, con diferentes personas; y siguiendo la misma historia.
Debemos comprender que nuestra vida, va hacia adelante, que vamos experimentando nuevas etapas en nuestras vidas, y no tenemos que recorrer aquellos caminos que ya recorrimos, pues nos perderemos de algo maravilloso, algo bello que nos espera más adelante.
Crecer es sobre desprendernos de ciertas cosas, a la vez que nos hacemos con nuevas cosas. La vida es un avance abrupto, a veces es calmo y tranquilo y otras veces es violento y turbulento. Que nos llega a agotar, a cansar, nos llena de temor, nos arrebata la voz, pero sin embargo, de nada nos sirve quedarnos encallados, en algo o en alguien, que sólo nos detiene, o en el peor de los casos que nos arrastra hacia abajo como si se tratará de arenas movedizas.
La persona que no nos estima, que nos daña, que nos lacera, nuestra esencia como seres humanos, esa persona está deteniendo nuestro crecimiento.

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Soltar para avanzar, perdonar; para olvidar, perderse; para encontrarse, aceptarse; para quererse.

Es cierto, soltar es un reto grande, algo que cuesta, un proceso que de alguna manera nos obliga a pasar por mucha adversidad, que nos marchita, nos deteriora, nos opaca. Sin embargo, debemos comprender que este, es un mero proceso, es algo que viene acompañado de algo mejor. En todo momento, de nuestra existencia debemos soltar, debemos dejar ir, incluso aquello que alguna vez nos salvó, aquello que alguna vez nos aportó felicidad, risas y orgasmos.

Debemos dejar ir a quien ya nos abandonó.

Dejar ir no sólo supone alzar la mano en señal de despedida, en bloquear de las redes sociales, en dejar de ver, o en simplemente dejar de frecuentar lugares en que sabes que la otra persona estará. No, se trata de un acto de valentía, coraje y de un corazón valiente. Estás aquí, ahora mismo, tratando de soltar a alguien, a quien no abandonaste, pero que te abandonó, asumiendo la ruptura, y asimilando la idea de incluso dejar ir hasta un recuerdo, sin embargo; soltar, es vital, para ser feliz, para estar vivo, para continuar, para vaciar las manos y recibir lo nuevo que Dios o la vida tiene preparado para ti.
Debemos soltar a la persona que ya nos soltó, si seguimos aferrados, nos haremos daño con el fantasma de un “alguien” que ya no está aquí. Emociones negativas que nos harán abrir heridas. Al final debemos verlo todo con claridad, entendiendo lo que está bien y lo que está mal, y lo que está mal es ser nosotros artífices de nuestros propios dolores, cuando podemos evitarlos. No evitarte un dolor, es una clara señal de ausencia de amor propio.

Por el contrario, el procurar tu bienestar por encima de cualquier sentimiento, emoción o sensación; es la máxima representación de amor propio, y dime, ¿tú te amas?
Cerrar un ciclo de nuestra vida, requiere tiempo. Quizás el tiempo no cura, pero si única, y pone a cada cual en su lugar; así ocúpate de ti mismo, de tus heridas, de evitar hacerte más daño. El duelo lo tienes que encarar, llorar, debes entender que tarde que temprano finalmente aceptarás lo ocurrido; y tu corazón, encontrará la paz. te sentirás más ligero, más ligera, con más plenitud y armonía con lo que ocurrió y te darás cuenta que esto que te ha ocurrido te ha hecho una persona más fuerte, más capaz.

Un abandono, es el fin de una conexión; de un vínculo que acaba, de desconectarnos; al final deberemos volver a nosotros mismos. Es aquí de donde pertenecemos, aquí es de donde somos.
Recién fue cuando esa relación, ese nexo, esa conexión alimentó nuestras vidas, pero es hasta entonces, que debemos comprender que el fin llegó, y que debemos cortar el lazo que alguna vez nos unió a la otra persona, y que debemos retornar a nuestra esencia, y reforzar el vínculo con nosotros mismos, y mirar hacia adelante, hacia hacernos más capaces, hacia fortalecernos.
No alimentes el pasado, no le des de comer al fantasma de la nostalgia o la apatía. no mires en el ayer, el pasado no existe. Ya no está, ya se fue, se dispersó entre las estrellas. Se perdió entre un mar de cosas olvidadas. Recuerda que quien alimenta la tristeza, se lacera así mismo, darle vida a la nostalgia es como clavarse una daga. Y lo que es peor, nos aleja de un bello futuro, solo por perder el tiempo en algo que ya no es, y nunca será.

Suelta sin resentimientos, sin dolor.

Quien vive de la rabia, el despecho, y el resentimiento, es esclavo de quien le hizo daño. Es así de claro, si tú alimentas el dolor, al final seguirás siendo esclavo y servidor, de quien te arrebató tu paz mental, quien te arrebato tus ganas de vivir, quien te daño. Si dejas que ese siga alimentando la histeria, tu ira, y te encierra en el desprecio, automáticamente te encierra, te mantiene en el cautiverio de las emociones negativas, envenenando todo al rededor.
Perdonar, no es una tarea sencilla. Puede que sintamos que perdonar es una renuncia hacia nosotros mismos. Que implica marchitarnos y vernos como víctimas.
Sin embargo, es todo lo contrario, perdonar es sobre tener confianza en ti. Perdonar en esencia es la manifestación del coraje, porque te pruebas a ti mismo; a ti misma, que ya no le temes a quien te lastimó, que ahora eres libre, que ya nada te ata, y que nada se adueña de tu ser, de tu tiempo, de tus ganas, de ti.
El desprendernos de los resentimientos, de la ira, de las rabietas, nos devuelve hacia nuestro primer amor; o sea el nuestro. Nuestra alma se sana, nuestro corazón vuelve a su plenitud, dejando de lado aquellos dolores. Es entonces, cuando el acto de soltar, dejar ir, abandonar el recuerdo, se vuelve en un acto de liberación.
Así, ya no inviertas más tiempo en quien no te merece. Quien no hizo y ni hace nada para seguir a tu lado, o tan siquiera, en luchar por ti. Dale libertad, ponle un camino lejos de ti. Déjale marcharse. No tiene sentido vivir la vida, luchando a contra corriente, porque toda puerta que se cierra; siempre será otra puerta que se abre.

Le clavaron espinas, y brotaron rosas de amor, de amor propio.

Jamás dudes de tu gran valor, como persona, no permitas que nadie te menosprecie o ponga en duda tus virtudes. Quien no te sabe querer, quien no te sabe apreciar, quien no comprende lo mucho que tú; si que tú vales. No debe tener ni siquiera un espacio en tu vida. Debe irse, se debe marchar.
Ya laceró bastante tu alma, ya hizo mella, ahí donde debió haber cultivado rosas de pasión, amor y ternura. Y en su lugar, plantó desgracia, denigración y agonía; aflicción.
No vuelvas a quien te lastimó, no estimes tu vida en pérdida, cuando hoy suman las ganancias, de una vida plena; llena de nuevas aventuras por vivir, de aves cantar, de mares que escuchar, de aguas que saborear, y que la vida tiene para ti, es una playa de arenas que representan las buenas experiencias que te esperan.

¡Míralo claro! es tu vida, es lo bello que está al frente del camino que augura, una vida en paz, a la par de quienes realmente te aman, sin tener que encarar los demonios ajenos, y siendo tú mismo. ¡Míralo claro!, todo el tiempo que perderás, y el mundo que pasará por tu cabeza, si te entregas al aferro del dolor. Si no decides olvidar, si no decides soltar; si no decides, perdonar.




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