La necesidad de la especialización en servicios legales


Ya no es cuestión de si quiero especializarme o no, llevamos 100 años discutiendo cómo especializarnos porque el mercado así lo requiere. En el artículo Know The Law: A History of Legal Specialization, Michael Ariens analiza el desarrollo que ha tenido la especialización de los servicios legales. Tomando los hitos más relevantes del artículo, el autor establece las siguientes etapas como el camino a la especialización que conocemos al día de hoy en el mercado estadounidense. 

En 1900 nace el denominado Office Lawyer, que eran abogados que atendían estrictamente temas corporativos y asesoraban a empresas sin necesariamente tener que representarlas ante las cortes. En 1910, el presidente de Estados Unidos, Woodrow Wilson, da el discurso inaugural de la reunión de la Barra Americana y hace mención pública por primera vez al abogado de empresa especializado:

“Se ha creado un nuevo tipo de los mejores abogados  y ese nuevo tipo ha llegado a ser el predominante. Los abogados han sido absorbidos por la vorágine del nuevo sistema de negocios del país. Ese sistema es muy técnico y altamente especializado. Está dividido en distintas secciones y provincias, cada una de las cuales tiene sus propios problemas jurídicos. Los abogados, por lo tanto, en todas partes donde el negocio se ha cimentado y ha tenido un gran desarrollo, se han convertido en expertos en algún campo técnico especial”.



En la década de 1920 nacen las grandes firmas institucionalizadas y la imagen de abogado corporativo empieza a asentarse. El abogado exitoso no era aquel que se presentaba en juicio, sino el especializado en empresas. La organización mediante firmas legales se empieza a volver la forma “típica” de practicar el derecho.

Continúa el desarrollo y en los años 50 la complejidad de los casos, la diversidad de leyes federales, estatales y específicas a determinados grupos o industrias fortalece la necesidad de la especialización, por lo que el argumento se convirtió en que era éticamente necesario que los abogados se especializaran para poder realmente darle a sus clientes una asesoría adecuada. Como la cantidad de abogados había crecido exponencialmente, otro argumento que se manejaba en esta época es que la especialización era la única forma en que los abogados se podían mantener independientes. Ser expertos les permitiría optar por más clientes y si no eran expertos entonces deberían aceptar cualquier asunto que les encomendaran, incluyendo los caprichos personales de sus clientes en dichos asuntos. 

Los argumentos fueron acogidos a tal punto que, en la década de 1970, la Barra Americana (American Bar Association, ABA) buscó adoptar el modelo de la especialización. Varios estados buscan establecer metodologías para proteger y reconocer la especialización dentro de diversas ramas del derecho. En California y Texas se empieza a exigir que, para ciertas áreas del derecho, aquellos que deseen practicarlo deberán comprobar ante la barra que son expertos en la materia.


Como consecuencia de esto, en 1977 se plantea el caso Bates Vs. State Bar, cuya sentencia protege el discurso publicitario de los abogados permitiéndoles presentarse como “especialistas” sin la necesidad de ser reconocidos como tal por ningún organismo externo, como la Barra Americana. Esta decisión vino a truncar los esfuerzos formales dirigidos a la especialización que los diferentes estados venían adoptando, que quedaron completamente descartados cuando en 1990, en el caso Peel Vs. Attorney Disciplinary Commission of Illinois, la sentencia prohibió que las barras pudieran regular afirmaciones de especialización, por lo que cualquiera podía alegar que era “especialista” en determinada rama. 

Sin embargo, a pesar de que la barra no podía reconocer formalmente la especialización, esta es ya una realidad cimentada en el sector de las firmas legales y los abogados ya dirigían sus carreras a determinada área de especialización. Tan así fue la adopción, si quieren llamarle “informal” de la especialización en el sector, que en el año 1991 la abogada Victoria Stewart demandó a la firma Jackson & Nash, alegando que al contratarle le habían prometido que tenían un cliente de derecho ambiental y que ella lideraría dicho departamento. Dos años después, el cliente nunca llegó y durante este tiempo ella se dedicó a atender temas de litigio en general. Cuando fue despedida alegó que le habían truncado su carrera como abogada especialista en derecho ambiental con mentiras. Ganó parcialmente dicha demanda. 

Siguiendo la afirmación a favor de la especialización en servicios legales, podemos ver la firma con los ingresos por socio más elevados del mundo, Wachtell Lipton Rosen & Katz, que con utilidades por socio de 6.330.000 de dólares se describe a sí misma como una firma especializada en las transacciones más complejas en los ámbitos de fusiones y adquisiciones, prácticas antimonopolio, reestructuras y litigios entre accionistas. Este grado de especialización les ha permitido mantenerse con una amplia diferencia sobre todas las firmas a nivel mundial. La firma que le sigue es Kirkland & Ellis, con utilidades por socio de 5.195.000 de dólares.

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